La crisis del Coronavirus de Wuhan o COVID19 ha afectado a todo el mundo, de manera literal y figurada. A quien más o quien menos le ha supuesto un cambio en su vida. 

Por desgracia a muchos (demasiados) la tragedia les ha tocado de cerca. 

Pero hoy nos queremos centrar en la inmensa mayoría de la sociedad, la gente “normal” que, por suerte, sólo tiene que aguantar en su casa mucho tiempo y tener paciencia. 

Esperamos que estemos hablando de ti.

Porque todo este revuelo, esta crisis global, ha tenido muchas consecuencias, la mayoría inesperadas y negativas.

Pero a grandes rasgos e ignorando pesadillas que con el tiempo olvidaremos... el cambio principal es que ha ofrecido a muchas personas la oportunidad de trabajar desde casa, de no tener que perder tiempo de camino a la oficina, de pasar más tiempo con su familia y, en general, tener el tiempo libre que siempre reclamamos que no tenemos.

Y este cambio… es positivo ¿verdad?

Por fin, tiempo libre

Es lo primero que pensamos todos, durante unos segundos no puedes evitar una sonrisa de satisfacción, de “cómo voy a disfrutar esto”. Aunque parece que no dura mucho.

Apenas uno o dos días después desde que se decretó en España el estado de alarma (que obligaba a todas las personas a permanecer en sus casas, saliendo sólo para lo imprescindible), internet estaba colapsado.

Vídeos virales, parodias, monólogos sobre cualquier tema, instituciones o artistas ofreciendo lo que podían ofrecer para disfrutarlo online, listados de películas para ver, series a las que engancharse, libros gratis que leer, grupos de WhatsApp echando humo intentando compartir alguna broma nueva, quedadas en los balcones para lo que sea…

Y así podríamos seguir todo el día.

Que a ver, se agradece tener opciones para matar el tiempo y la generosidad de muchas personas o empresas. Seguro que ha sido muy útil, no lo negamos.

Pero es un poco preocupante la necesidad, incluso dependencia, que tenemos de ocio, que no nos podemos permitir un sólo segundo de tranquilidad, una pausa y, por qué no, de aburrimiento.

Seguramente has escuchado mil veces, al hablar de un niño pequeño, eso de “déjalo, tiene que aprender a aburrirse”. Y es cierto, es importante, pero parece que con tanta tecnología, tanto bombardeo de información al alcance de bolsillo, nos hemos olvidado de aplicárnoslo a nosotros mismos.

De hecho, las nuevas generaciones apenas tienen posibilidad de aburrirse si tienen delante de las narices el móvil de sus padres al primer llanto, pero hoy no venimos a hablar de educación infantil.

Queremos hablar del miedo al aburrimiento, de lo que esconde detrás.

La situación única actual de confinamiento ya casi mundial, ha dejado bien claro que nadie quiere aburrirse y que cuanto más tiempo libre tengas y menos puedas salir a la calle para ocupar el tiempo con cervezas y risas, más vídeos en Facebook o WhatsApp vamos a ver y más información queremos recopilar de internet.

Y esto no está mal, hasta cierto punto, es una buena oportunidad para hacer cosas que normalmente no puedes hacer y que seguramente cuando todo esto pase, no puedas disfrutar en streaming de forma gratuita.

Pero… ¿esto es todo?

Es decir, seguramente has soñado con lo que harías si tuvieras más tiempo libre, si no tuvieras que perder 1-2h cada día en ir y volver al trabajo, si pudieras pasar más tiempo en casa con la familia, si el fin de semana no se acabase tan rápido y pudieras disfrutar de otro día más sin salir de casa.

Por la respuesta general en internet, parece que más tiempo libre significa más de todo, más de lo mismo, más procrastinación, esas cosas que si te preguntaran dirías que lo haces porque es sólo para matar un poco el tiempo, un tiempo tan reducido que no te permite hacer nada más interesante o útil.

Es muy raro que alguien, a la pregunta de qué harías con más tiempo libre, dijera “exactamente lo mismo”.

Si es así, ¡enhorabuena! pero la mayoría contestaría que, en ese caso hipotético e imposible en su vida actual, haría muchas cosas y, por tanto, podría cambiar su vida para mejor en algún aspecto.

Pero puede que esa mentira no se la digamos a los demás, sino a nosotros mismos. Es una excusa que nos hacemos para no responsabilizarnos de nuestros problemas y quedarnos en nuestra zona de confort, que exige menos esfuerzo y es más difícil fracasar que hacer eso que haríamos si tuviésemos más tiempo.

Haz las preguntas correctas y…

Y ahí volvemos al punto de partida, a la casilla de salida de Párate a Vivir.

Aquello con lo que todo esto empezó y lo que en realidad evitas cuando huyes del aburrimiento: pararte a pensar.

Es lo que hacemos en el día a día cuando apenas tenemos tiempo de pensar en preparar el tupper de mañana, hacer las tareas del hogar, descansar unos minutos y dormir mal para ir a trabajar otra vez al día siguiente.

Es lo que hacemos el fin de semana cuando apenas ha llegado el viernes, ya empiezas a ver el lunes detrás y no te da tiempo a otra cosa que no sea desestresarte un poco con los amigos y descansar el domingo.

Es lo que hacemos toda la vida, con la tranquilidad que te da el convencerte de que no hay otra opción o que no estás haciendo nada mal. El resignarte a cargar con unos problemas o una situación que no te gusta.

También lo hacemos cuando vemos a otras personas que han salido de ese círculo autodestructivo y pensamos que o son unos genios o han tenido mucha suerte.

Así, dejamos claro que son diferentes a nosotros o que tienen algo que nosotros no, que sólo gracias a eso lo han logrado y para nosotros no merece la pena ni que perdamos el tiempo con sueños imposibles.

Todo eso lo hacemos para evitar la responsabilidad, la carga de darnos cuenta de que si estamos donde estamos, es gracias o por culpa nuestra, no de otros que nos obligan a trabajar muchas horas por muy poco dinero.

Eso podría ser cierto antes, pero ahora hay tantas posibilidades de aprendizaje, de desarrollo, comunicación o de emprendimiento en internet, que (casi) cualquiera puede escapar de una realidad que no le gusta.

Pero eso requiere esfuerzo, motivación y convicción. Algo que todos tenemos si nos dejamos de repetir que algo es imposible.

Y el mayor enemigo de todo esto es la saturación de información diaria, esa que aceptamos sin rechistar, que a veces más que un placer que nos damos, parece una obligación ver o leer porque ya te ha llamado la atención con el título o alguien te lo ha pasado.

Esa que inunda cada hueco vacío de tu vida, ya sea en el autobús, en el váter o cuando te has ganado una media hora de descanso en el sofá o antes de irte a dormir, ya en la cama.

Ya hay muchas personas que se niegan a recibir o soportar toda esta información. Muchos ya no ven la televisión, pero aún así parece que controlar todo lo que nos llega por el móvil es más difícil.

Párate a pensar, cuando toda esta desgracia pase...

¿qué impacto positivo ha tenido en tu vida?
¿ha cambiado algo para bien?
¿te ha permitido tener ese tiempo para poder empezar una actividad o proyecto personal?
¿o sólo ha significado tener que cargar el móvil más veces al día?

Nosotros te recomendamos que te aburras.

Porque aburrirte te permite pensar, reflexionar sobre tantas cosas a las que no les damos importancia durante el día a día, pensamientos que nos podrían llevar a darle un cambio radical a nuestra vida y, sin embargo, elegimos no hacerlo porque estamos muy ocupados.

Y cuando estamos libres, preferimos distraernos para olvidarnos de ciertos aspectos de nuestra vida que no nos gustan y no cambiamos. Es un callejón sin salida.

Si está lloviendo o tienes algo que mirar por la ventana, aprovecha y hazlo. Si no, simplemente cierra los ojos si eso te ayuda y quédate así un rato. Ponte música si te cuesta aislarte de tu entorno.

Puede que al principio pienses que estás perdiendo el tiempo, que te acaba de llegar una notificación que aún no has mirado y que sólo estás pensando en tonterías.

Cuando pase un rato y si estás en el estado de ánimo adecuado, te empezarán a venir ideas o planteamientos nuevos, te cuestionarás cosas de tu vida que no habías tenido tiempo de analizar, en general podrás mirar todo un poco desde fuera.

Es como parar tu propia vida, salir de esa locura y mirarte con lupa como si fueras otra persona. Porque es más fácil cuestionar la vida de otras personas sin saber por lo que están pasando en realidad (lo que está mal) pero a la vez sin tener sus miedos (lo que hace las cosas mucho más fáciles).

Una vez haces esto, es como si te dieras un guantazo de realidad, te sacudieras las dudas que te limitan y empezaras a ver todo de otra manera.

Hazte preguntas e intenta darles respuesta o búscalas fuera de ti si no las encuentras.

A veces evitamos las preguntas porque pensamos que son dolorosas, pero es sólo porque sabemos la respuesta demasiado bien y es esa respuesta lo que duele.

… y acepta las respuestas

En lugar de evitar la pregunta, acepta la respuesta que le das hoy día, acepta tu realidad sin vergüenzas e intenta que, pasado un tiempo, sea otra respuesta que te guste más, que sea más afín a ti o te haga más feliz.

Muchas veces decimos que no sabemos qué podemos hacer para salir de una situación.

Y cada persona es un mundo y no decimos que esto valga para todos, pero si te paras a hablar con la persona que ves en el espejo, puede ser tan sencillo como esto:

Sabes perfectamente lo que tienes que hacer, lo que tienes que cambiar en tu vida.

Es tan simple que lo podrías expresar en una frase de apenas 10 palabras, eso lo convierte en algo simple aunque pienses lo contrario.

Lo difícil, lo que te cuesta en realidad, es aceptar la carga emocional que supondrá el llevar a cabo esa acción y ahí es donde entran de vuelta todos tus miedos.

No se trata de que seas más valiente, sólo de que si te tomas el tiempo para hablarte con sinceridad y decirte sin tapujos lo que no te gusta y estás soportando a diario, también tienes que ser capaz de aguantar el chaparrón y escuchar lo que tienes que contestarte, las respuestas que no quieres escuchar o que escuchas pero ignoras igualmente mientras desbloqueas el móvil por enésima vez hoy, a ver con qué te puedes distraer.

Porque al final todo se resume en eso: tiempo.

Es una de las pocas certezas que puedes tener.

La salud, el valor del dinero o cualquier otra convicción que puedas tener en la vida son inciertos, pueden tambalearse en cualquier momento, como nos ha ocurrido a todos en el 2020 con el COVID19.

No sabes cuándo vas a morir pero sí que, mientras sigas con vida, tiempo es la única seguridad que vas a tener, que el sol va a salir otra vez y vas a tener tiempo para aprovecharlo como puedas.

Si ese tiempo aceptas que sea en gran parte para ir a un trabajo, intenta que sea algo que disfrutas.

Pero si después de hacer las tareas diarias que no puedes evitar o que has aceptado por un motivo u otro y el resto del tiempo antes de ir a dormir lo rellenas con un flujo de información estéril en forma de vídeos graciosos, artículos que no te aportan nada o noticias que no necesitas saber… ¿qué te queda?

La mayoría de vídeos o distracciones que consumimos en realidad no nos divierten, sólo llenan nuestro tiempo.

Muchas series o películas de comedia que vemos no nos sacan ni una sonrisa. Y son distracciones tan efímeras que pasados un par de días ya no recordamos ni nos han aportado nada.

Sólo significaron un placer fácil de conseguir pero que se olvida rápido y, al no permitirte pensar, te dejó con el mismo vacío de siempre a no ser que lo llenes con más entretenimiento, más internet.

Ese párrafo de arriba, salvando las distancias, podría estar refiriéndose a cualquier droga: algo que te da un placer instantáneo, te anestesia de la realidad pero que a largo plazo te está destruyendo por dentro.

Creemos que la vida es para disfrutarla, pero disfrutarla de la manera más plena posible, no engañándonos a nosotros mismos con sustitutos baratos de felicidad que nublan la mente.

En el momento que dejas de usar las redes sociales o internet buscando ese flujo de información que atrape tu interés, tendrás mucho más tiempo libre del que puedas imaginarte, sin necesidad de ninguna cuarentena o confinamiento.

Con el tiempo, ese cambio hará que la losa de información basura que te aplastaba, sea en realidad un refuerzo para tu autoestima, ganarás confianza y verás que en realidad no hay tantos genios ni afortunados que tengan unas posibilidades a las que tú no seas capaz de llegar.

La vida no es justa y hay personas que tienen más posibilidades que otras, eso no lo vamos a negar aunque nos gustaría, pero eso no es excusa para resignarse con un lugar en la vida en el que no eres feliz, asumiendo que no puedes hacer nada, que no tienes tiempo o que no es culpa tuya.

Siempre se puede hacer algo, dentro de las posibilidades de cada persona.

Todos tenemos más tiempo del que pensamos, siempre que no tomemos malas decisiones y lo llenemos de distracciones o permitamos que se llene con obligaciones que en realidad no queremos asumir.

No pierdas el tiempo buscando un culpable, no es sano ni útil. Hazte responsable ahora de tu vida, de tu camino y de tus decisiones.

La vida es simple, que no fácil, y un buen primer paso para cambiar lo que no te gusta es el darse cuenta de cómo aprovechas o no tu tiempo, de cómo reaccionas cuando se te da una oportunidad y que al final, el único responsable de tus decisiones eres tú.

Otros pensamientos que te podrían interesar

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.