Es sorprendente cómo funcionan las palabras.
Ya no es sólo importante escoger las adecuadas para expresar una idea en concreto, sino también transmitirlo de la manera correcta para que el mensaje llegue a quien lo lee, a ti.
Porque a todos nos ha pasado alguna vez: hemos leído un texto largo y lleno de información sobre un tema en concreto pero lo hemos leído manteniendo las distancias, poniendo nuestras propias ideas y prejuicios en medio como método de defensa.
Esto es lo que ocurre cuando lees algo en internet demasiado profundo, existencialista o filosófico con los típicos mensajes que ya has leído mil veces en Facebook, esos que tu cerebro automáticamente califica de autoayuda barata y, por tanto, como tú sabes que no necesitas eso, lo ignoras.
Pero, a veces, muy pocas veces, lees un texto no tan largo, quizás sólo una frase, que cruza tus defensas.
Puede que sea porque ha usado las palabras exactas para llamar tu atención, porque te traigan algún recuerdo, o puede que sólo sea que lo leíste en el momento adecuado, en un estado de ánimo que permitió que esa idea te cogiera un nudo en el estómago, levantaras la cabeza para reflexionar sobre ello y tu mente hizo clic.
De repente, tus pensamientos se abren a un concepto nuevo.
Tenemos que reconocer que nos encantan esos momentos. Sin saberlo, los hemos estado buscando durante bastante tiempo, seguramente porque sentíamos que no encajábamos con la vida que teníamos y estos momentos nos hacían sentir muy cerca de otra persona, aunque sólo sea en la manera de pensar, que ya es mucho.
Y si hoy estamos donde estamos no es porque seamos especiales, ni mejores, ni más inteligentes que nadie, que no lo somos. Ha sido porque de una manera u otra hemos tenido la suerte de encontrar muchas ideas que nos han calado, han hecho ese clic en nuestra mente y, una detrás de otra, nos han ido cambiando un poco nuestra forma de ser. O según a quién le preguntes, revelando nuestra verdadera forma de ser, que siempre estuvo ahí. El resultado es el mismo.
Y lo más increíble es que, con el tiempo, todos estos conceptos que vas recopilando, no los vas reuniendo sin más. Llegado el momento y sin darte cuenta, esas ideas se van uniendo unas con otras, llevándote a planteamientos más complejos y, al final, te dan una gran fuerza y confianza, porque esos conceptos que evolucionaron en una forma de ver la vida o convicciones, refuerzan la imagen que tienes de ti mismo, aumentando tu autoestima y haciendo que seas capaz de enfrentarte a lo que haga falta.
¿Y a dónde vamos con todo esto?
Pues eso es lo mejor: a donde quieras.
A nosotros nos ha llevado a vivir una vida que nunca nos planteamos que íbamos a tener.
Pero oye, nos gusta a dónde hemos llegado y no podemos esperar a ver cómo de lejos vamos a llegar.
A día de hoy (que puede cambiar, importante), esta manera de ver la vida se podría resumir en tres puntos o axiomas:
1. Confía en ti, confía en tu forma de ver la vida y en que vas a alcanzar tus objetivos
Es lo primero que le falta a la gran mayoría de la sociedad actual: confianza en uno mismo, autoestima, coraje.
Las personas con una alta confianza suelen destacar al ser capaces de valorarse correctamente, atreverse con nuevos retos y dicen "no" cuando lo tienen que decir, aun sabiendo que esto puede tener unas pequeñas consecuencias negativas que socialmente estamos acostumbrados a evitar.
Por desgracia, hay un estigma que tendrás que cargar si tienes la osadía de tener confianza en ti mismo: la gente normal confundirá el que te valores correctamente y, en su lugar, juzgará que te estás sobrevalorando, en resumen, que te crees mejor y eres un prepotente.
No caigas en esa trampa, que lo piense mucha gente no lo hace más cierto, es sólo otro ejemplo de aquella metáfora de los monos que no se atreven a subir la escalera a coger la comida.
Y esta gran parte de la sociedad, con falta de confianza, baja autoestima, en su lugar está acostumbrada a los miedos, a las dudas, a la vergüenza a hacer el ridículo, al qué dirán.
Estas personas son las que rápidamente aceptan el lugar en la vida que CREEN que les han asignado otros. Y lo aceptan porque se infravaloran terriblemente y se imponen unas limitaciones a sí mismos que en realidad no tienen.
Más abajo hablaremos de ese "creen" que está en mayúsculas, porque es más importante de lo que parece.
En general, esta falta de confianza y abundancia de miedos hace que te encierres en una zona de confort ("esto es lo que controlo y como no soy capaz de más, mejor me quedo aquí y no hago el ridículo ni fracaso públicamente") y, además, cuando cualquiera se atreve a tener confianza en sí mismo, sin darte cuenta, le transmites tus miedos y dudas porque, si tú las tienes, ¿será por algo, no?
Pero ¿y si te dijéramos que todos esos miedos están en tu subconsciente? ¿y si hay algo que se te escapa o que no te habías parado a pensar?
Nadie piensa que está equivocado y si todos los demás hacen exactamente lo mismo que ellos, eso quiere decir que es lo correcto y, por tanto, que están en el camino adecuado.
Sólo cuando alguien se atreve a salirse de esa línea y salir ganando se dan cuenta de que, quizás, su camino no es el correcto.
También hay que decir una vez más que no hay un único camino correcto, hay tantos como personas distintas. Lo importante no es si lo que tú haces está bien o no, tienes que valorar si es lo mejor para ti, si te hace feliz, que al final es lo que importa.
Y para esto necesitas la confianza en tus capacidades para juzgar por ti mismo si te has equivocado de camino o no.
Y aquí volvemos a ese "creen" en mayúsculas de antes. En el momento que tienes más autoestima y confianza en ti mismo, también te dejas llevar menos por lo que dicen o hacen los demás y, por tanto, al salirte un poco de "lo normal" y tener que tomar tu propio camino, quieras o no te das cuenta de que eres tú quién lleva el timón de tu vida. Es decir, tú tomas tus propias decisiones, eres el responsable de lo que te ocurra o te deje de ocurrir.
Mientras que la mayoría de la sociedad se queja de todo, porque piensa que está ahí sin que sea su culpa, es importante que tú salgas de ese callejón sin salida y seas consciente de que si quieres dejar de ser otro esclavo más en la sociedad actual, si quieres libertad, también debes asumir la responsabilidad de dirigir tu propia vida.
¿Cómo pasar de un bando (desconfianza, baja autoestima, miedos) a otro (confianza, seguridad, coraje)?
Buena pregunta. No es fácil y no es igual para todos pero, en general, ábrete a nuevas ideas, no te límites y, a base de clics en tu mente, el cambio llegará.
2. Cuestiona todo, no des nada por sentado
¿Bastante contradictorio con el anterior verdad? De hecho, niega el concepto de estos tres puntos que hemos llamado axiomas.
Pero así es. Es importante tener la dualidad de confiar en ti, en tus conocimientos, habilidades y capacidades mientras que, a la misma vez, eres consciente de que puedes estar equivocado, de que más adelante puede que hagas un clic nuevo que cambie tu realidad, que contradiga o adapte un clic anterior.
Ya lo dijo en su momento Bruce Lee con el famoso “be water my friend”.
Tienes que tener la capacidad y la dualidad de tener a la vez confianza en tu forma de pensar o tus convicciones pero sin perder de vista que, por mucho que confíes en tu forma de ver la vida, puedes estar equivocado completamente. Y debes estar preparado para ello.
Hay que tener la seguridad necesaria para poder andar con paso firme, pero a la vez ser conscientes de que en cualquier momento puede surgir un obstáculo y no es buena idea arrasar con él sin contemplaciones: es mucho mejor aceptarlo, aprender de él y superarlo, para que la próxima vez no te frene tanto en tu camino.
En resumen: sé humilde.
Esto es lo que va a hacer que la confianza en ti mismo (punto 1) no se convierta en lo que algunos ven en esa confianza como prepotencia, soberbia.
Para esto, por cierto, es súper efectivo viajar. Te da una perspectiva más amplia de nuestro mundo y te hace ver lo pequeño que eres, por muy grande que te creas.
Si cuestionas todo desde una posición de humildad, pueden tomarte por un loco o un tonto, pero funciona. Y cuando decimos cuestionar todo es todo, porque hay muchas creencias que nos vienen heredadas de otras generaciones que quizás en su momento fueron ciertas, pero a día de hoy quizá ya están obsoletas y nadie se ha parado a cuestionar.
Es tan simple como cierto. Si no, piensa en algo que seguramente te han dicho o has oído en muchas películas: "trabaja duro y tendrás una buena vida".
Pero, piensa detenidamente ¿quién crees que va a tener una buena vida?
El que trabaja más duro en la oficina, más horas extras echa o el que aporta las mejores ideas, el que no tiene miedo de cuestionar las decisiones erróneas y es más eficiente aunque trabaje menos.
Muchos, al imaginarse este ejemplo, habrán pensado que la segunda persona es un listillo o un aprovechado, la cigarra que se morirá de hambre cuando llegue el invierno.
Pues si es tu caso, no estás más que proyectando los miedos y dudas de la hormiga, cansada de trabajar duro.
De esto podríamos escribir un libro entero pero, por ahora, quédate con la idea principal: cuestiona cualquier cosa, en especial aquellas que siempre has dado por hecho, son las más peligrosas.
3. ¿Por qué no?
Una vez que tengas confianza para elegir tu propio camino y humildad para mantener los pies en su sitio y no sobreestimarte, tendrás una capacidad inmensa para tomar decisiones, pero... siempre hay un pero.
Habrá momentos de dudas, para algo te cuestionas todo, en los que no tengas una respuesta clara ni ningún clic en tu mente que te pueda guiar y hacerte elegir en un cruce de caminos.
En ese momento, cuando no sepas qué hacer, prueba a hacerte la pregunta más simple y tonta que existe:
¿Por qué no?
La mayoría de las veces la decisión es entre seguir el camino por el que ya andas, el que ya dominas o que es fácil, y otro camino nuevo, puede que arriesgado y que no sabes a dónde te llevará.
Pregúntate por qué no, por qué no tomar el camino nuevo.
Aquí saltarán todos tus miedos y dudas a cerrarte el camino. Después de un momento de pánico y vértigo, respira hondo y analiza la situación desde un punto de vista rozando lo infantil: disecciona cada parte y hazte muchos porqués, muchos qué pasaría si, y cuando hayas valorado todo, lánzate a por la pregunta más agresiva de todas: ¿qué es lo peor que podría pasarte?
No te vayas a lo peor del todo porque seguramente la respuesta sea la muerte, es difícil encontrar muchas cosas peores.
Pero piensa en qué situación podrías encontrarte si todo sale mal en ese camino. Aprovecha para desplegar todos esos miedos irracionales que tenemos escondidos (y si puedes, deshazte de alguno para siempre, ya que estás).
La respuesta más común es que te quedes sin trabajo o sin ahorros, pero al final el mayor miedo suele ser la pérdida de la seguridad o la zona de confort con la que cuentas ahora mismo: la incertidumbre.
En cualquier caso, tengas la respuesta que tengas, lo importante es que te des cuenta de que la mayoría de las peores posibilidades son fácilmente reversibles. El peor caso puede suponerte X tiempo para volver a tu estado original pero seguramente habrás aprendido algo que te hará más fuerte para tomar otros caminos nuevos en la vida.
En cambio, el remordimiento de andar por el camino de siempre, mirando con recelo otros que no te atreviste a seguir, puede hacerte mucho daño y minar tu autoestima.
Piensa en el miedo que has sentido ante una situación donde tu cerebro no paraba de chillarte "no lo hagas, está muy alto, no saltes, no te subas, te vas a hacer daño, esto no es para ti".
Si al final saltaste, si al final te subiste y, suponiendo que no era una temeridad porque esto tampoco va de eso, es muy probable que después de unos segundos de "¿yo por qué me he metido en esto?", llegase la euforia, disfrutaras de una experiencia increíble y te dieras cuenta de lo innecesarios que son tus miedos.
Porque, como dijo no hace mucho un gran actor y persona: la felicidad está al otro lado de tus miedos.