Te caes de una bici y te limpias y desinfectas la herida. Una tirita y listo.
Te duele la cabeza y te tomas una aspirina. Descansa un poco, espera y listo.
Si se te irrita la garganta o la tienes seca, tómate un té con miel y limón, mañana estarás mejor.
Cuando te va a explotar la cabeza con tantos problemas, mejor ponte algo en Netflix y desconecta.
Sabemos qué hacer ante cada situación. O eso creemos, porque en todos estos ejemplos no hay una sola solución.
Todo son apaños temporales que atacan al dolor, al síntoma, pero no al problema original.
Y la razón es muy sencilla: haciendo lo de arriba, evitas el problema por ahora, pero no haces nada para que no vuelva a suceder.
Piénsalo de esta manera: si vas a arreglar el coche, cuando te lo entregan de vuelta...
¿Qué prefieres oir?
- “Listo, sólo era el condensador de fluzo, lo he cambiado y no le va a volver a dar problemas”
- “He limpiado todo el desastre que había debajo del capó y puesto un par de tuercas para que aguante un tiempo, aquí tiene mi número por si vuelve a dar problemas”
Todos queremos solucionar un problema de manera que no vuelva a suceder, pero tendemos a buscar el apaño rápido y seguir adelante.
Pensarás que es imposible (“¿Para qué me voy a hacer eso a mí mismo?”), pero es más fácil de entender cuando te das cuenta de que simplemente no somos conscientes de los apaños que hacemos.
Muchas veces parece suficiente con evitar el dolor.
Te pongo un ejemplo personal.
Otro dolor de cabeza…
Ro y yo somos muy distintos en muchos sentidos y esas diferencias llegan incluso a nivel genético o biológico.
Ella tiene una salud de hierro y parece que todo en su cuerpo funciona a la perfección. Yo, por otro lado, vengo con algunas “taras” familiares.
Una de ellas es que tengo facilidad para los dolores de cabeza, incluida alguna jaqueca muy fuerte de vez en cuando.
Si nunca lo has sufrido, ya te digo que es horroroso porque todo a tu alrededor se vuelve muy doloroso (luces, ruidos, olores…) y sólo quieres aislarte, dormir y desaparecer del mundo hasta el día siguiente.
Para hacerlo más divertido, estudiar informática y que en tus ratos libres te guste jugar a videojuegos no ayuda mucho, porque tanto tiempo delante de una pantalla te da más dolores de cabeza.
¿La solución? Creía que era tomarme una pastilla para aliviar el dolor.
Con el tiempo no me valió como remedio (y normal ¡no lo era!) y traté de entender qué me pasaba, porque era habitual que si un día me iba a doler la cabeza, lo supiera con antelación, incluso en el momento de despertarme.
Sabía que había “algo” que se repetía y que la pastilla no lo solucionaba.
Y esa es la diferencia entre apaño y solución: el primero te ayuda a sobrellevarlo, el segundo te evita que ocurra otra vez.
Mi solución la descubrí a través del autoconocimiento.
La importancia del autoconocimiento
Y es que fijarme en esas pequeñas diferencias que tenía con Ro me ayudaron a conocerme.
Ella es mucho más emocional que yo pero, irónicamente, yo tengo una mayor sensibilidad.
Y me refiero a que, aunque ella ve mejor, yo puedo escuchar el más mínimo pitido, me llegan olores muy sutiles o noto detalles al tacto que ella ignora.
Parece una tontería, pero poco a poco fui relacionando los dolores de cabeza matutinos con qué había pasado durante los primeros minutos al despertarme.
Y entonces lo vi claro.
Los días que me dolía la cabeza me había despertado con un ruido fuerte (un golpe o personas hablando como si estuvieran en el bar), un cambio brusco de iluminación al dormir demasiado a oscuras o si la luz del baño tenía una bombilla demasiado potente, un olor fuerte como el tabaco…
Ahí entendí la diferencia entre apaño (la pastillita) y solución.
En mi caso, el ser consciente de cómo se producían esos dolores, me permitió evitarlos.
Así pasé de 1 o 2 dolores de cabeza a la semana y varias jaquecas al año a prácticamente nada.
No recuerdo cuándo tuve la última jaqueca y tengo unos 4 o 5 dolores de cabeza al año.
No fue rápido, tardé años en darme cuenta de que no quería seguir aguantándome con los dolores y aún más en comprender qué podía hacer para evitarlo.
Para cada persona puede ser diferente, quizás a ti te duela la cabeza del estrés, pero hay un punto en común.
Pregúntate qué está pasando en realidad
Porque está muy bien que busques la solución a corto plazo o apaño para tu problema, tampoco te digo que te quedes con ese dolor de cabeza horrible o no hagas nada para dejar de tener la garganta seca…
Pero, si de verdad quieres solucionarlo, pregúntate qué ha pasado para que te duela la cabeza o tengas la garganta seca.
¿Qué está pasando en realidad? ¿Dónde es mejor que pongas el foco?
Este es el punto que muchas personas pasan por alto.
Y es que todavía no comprenden qué significa la palabra autoconocimiento o cómo se puede aplicar todo lo que pueden descubrir sobre sí mismos a su día a día.
Aunque no te lo creas, si te conoces podrás solucionar cualquier problema.
Es simple, que no fácil: ve al origen del problema, no al síntoma.
Si te caes de la bici, cura la herida y no pierdas tiempo maldiciendo a la piedra o los pedales: aprende de tu caída, de lo que ha pasado y tenlo en cuenta para cuando vuelvas a subirte a ella.
Si te duele el cuerpo, la cabeza o tus emociones te superan, quizás una pastilla te puede ayudar a aliviar el dolor, pero pregúntate a qué se debe ese dolor y qué puedes hacer para que no te siga acompañando más tiempo.
Si tienes la garganta fatal, tómate el té calentito o el remedio que mejor te funcione a ti, pero después piensa qué ha ocurrido para que acabes así, en lugar de aceptar que todos los inviernos te quedas sin voz.
Si sientes que tienes muchos problemas y sólo quieres desconectar del mundo o de tu vida por un tiempo, adelante, disfruta de la última serie o película de Netflix, pero como después te tocará volver a tu vida y esos problemas van a seguir ahí… ¿qué te parece si te paras a pensar qué está pasando en realidad?
Dedícate tiempo, es lo más valioso que tienes y nadie se lo merece más que tú.
Escúchate y, llegado el momento, sabrás qué hacer para que no sea necesario desconectar de ti.