Segunda parte de la historia, tras Hay cosas que no comprendes hasta que te pasan a ti.
Y ocurrió: una persona joven y sana murió.
Una con un hígado especialmente bueno, en palabras del cirujano.
Llevábamos esperando ese momento desde hace semanas, sino meses.
Pero cuando llegó, nadie estaba preparado.
Aunque no pensábamos en otra cosa, nadie sabía bien qué hacer, qué llevar, qué era importante.
Nervios, gritos, alegría, pánico, júbilo, miedo, dudas, sonrisas, enfados fugaces, abrazos de puro amor... y terror.
Todo a la vez, sin orden ni concierto.
Es algo que no entiendes hasta que te pasa.
Pero aún hay más y es más extraño todavía
Luego empieza la aventura: la espera para ver si el órgano es válido, la espera por saber cómo ha ido la operación y después que no haya ninguna complicación en la UCI.
Cuando entras ahí (yo, por suerte, como visitante) eres consciente de la situación al completo.
Pasando la mirada por el resto de camas que no son a la que tú vas a visitar, vislumbras los distintos finales que puede tener la historia.
La mayoría no eran agradables.
Entonces ves a tu padre ahí, tendido, apenas presente y rodeado por una maraña de cables, tubos, aparatos, líquidos, pantallas, luces y pitidos.
Una vez más, la realidad supera a la ficción.
En ese momento no te crees que todo esto sea posible.
Menos que, viendo esa situación, la historia pudiera tener un final feliz.
Muchísimo menos se creyó él cuando se despertó que, dentro de su cuerpo, había un hígado de otra persona funcionando.
Tal cual. Fue lo primero que nos preguntó al despertar, si "eso" estaba ahí.
Porque si hay cosas que no crees hasta que te pasan, hay otras que no te crees aunque te pasen.
De la misma manera que nadie se creía que 6 días después, estuviera fuera de la UCI haciendo planes de futuro.
De nuevo, se repitió la misma historia: nervios, gritos, alegría, pánico, júbilo, miedo, dudas, sonrisas, enfados fugaces, abrazos de puro amor... y terror.
Esa noche al salir del hospital, miré al cielo
Totalmente despejado, sólo la luna llena en un infinito negro.
Tan simple y tan bello a la vez, hizo que me viniera un pensamiento a la mente.
Todos conocemos esa frase de "no valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos".
Sabemos lo que significa porque todos hemos perdido algo.
Pero muy pocas veces hacemos el ejercicio de valorar lo que tenemos, como pensar...
¿Qué tengo que no quiero perder y que podría prestarle más atención?
Ahí pueden venir muchas ideas a la cabeza.
Pero no es muy habitual valorar nuestra vida, sin más.
Como considerar la salud que tenemos, la oportunidad que se nos ha dado por el simple hecho de estar vivos y... nada, lo ignoramos.
Damos por hecho que estamos vivos y que va a seguir siendo así.
Espero que no tengas que vivir una experiencia en la que una vida se ha visto en la cuerda floja para que empieces a valorar la tuya.
Pero cuando lo haces, y aunque haya cosas que no entiendas, sí que comprenderás el verdadero significado de nuestro nombre.
Párate a Vivir
Sigue la historia aquí: El control sobre tu vida y noches de hospital
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