Todos sabemos ya que “no valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos”

Sí, pero en cierta manera no es justo porque a veces no es sencillo ser consciente del mensaje que se quiere transmitir (valora todo lo que tienes ahora mismo).

Parece que hay demasiadas cosas que valorar en nuestra vida y no estamos acostumbrados a agradecerlo y, en lugar de eso, empezamos a pensar qué es lo siguiente que nos gustaría tener y no tenemos.

En cambio, nadie dice nada de mirarlo justo desde el lado contrario, que quizás sea más fácil: valora todo lo que has perdido y que te sobraba.

En cierta manera es más sencillo porque claro, en el primero nunca sabes qué vas a perder y, por tanto, no es tan fácil valorarlo. 

Pero lo que ya has perdido son cosas más concretas, cosas que ya puedes señalar individualmente y valorar debidamente, ya que son cosas del pasado.

Y en este caso, me refiero a las cosas que no nos aportaban demasiado. No todo lo que perdemos es bueno, y menos mal.

Te preguntarás cómo hacer esto ahora que he sacado el tema.

Pues bien, yo lo he hecho después de una revisión ocular.

Cómo perder la vista, mejoró mi visión

Fuimos a revisarnos la vista (todo bien) y a mí me tocó hacerme un fondo de ojo.

Esa prueba en la que te echan unas gotas para dilatar las pupilas, lo que viene muy bien para la prueba, pero manda al garete el resto de tu día: te conviertes en el Sr. Burns vagando por el bosque con dos grandes agujeros negros como ojos.

Es un día entero sin poder ver. Y ya sabes ¡no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos!

Como no podía hacer nada que requiriera mirar, ya fuera ver la tele, usar el portátil, mucho menos el móvil, leer un libro… decidí escuchar música.

Y no cualquier música, sino mi música de siempre, esa carpeta de canciones en la que se encuentra todo lo que me ha gustado mucho a lo largo de mi vida. Entonces, "sin querer queriendo", redescubrí mi vida.

Empecé a escuchar al azar canciones que llevan conmigo mucho tiempo, algunas hasta 20 años.

Y además de disfrutarlas, al tener toda mi atención puesta en escuchar sin hacer nada más (recuerda que era un topo en ese momento), me di cuenta de que muchas de ellas, me transportaban a algún momento de mi vida en el que esa canción había sido muy importante.

Algunas me recordaron momentos alegres, algún verano especial, una experiencia muy concreta, alguna incluso todo un año o lo que significó esa canción en su momento, quizás por quién me la recomendó.

Otras me recordaron momentos tristes, canciones que me mantuvieron despierto de madrugada porque no quería que llegara la mañana siguiente, canciones que me hicieron llorar sin que nadie lo supiera, canciones que escuché en bucle durante tardes enteras en la biblioteca… Muchas experiencias.

Es sorprendente todos los recuerdos que pueden rescatar las canciones.

Todo lo que vi

Lo importante de todo esto es que, además de disfrutar recordando las experiencias buenas, también pude repasar las malas y reflexionar un poco sobre los problemas que tuve, los retos que tenía por superar, qué me hacía sufrir entonces y lo que es más importante, qué manera de pensar tenía en aquel entonces y cómo veía las cosas.

En definitiva, pude comparar quién era yo hace 15, 10 o 5 años con la persona que soy hoy en día. Y me sorprendió ver que no valoraba lo mucho que había avanzado como persona, todo lo que he cambiado.

Así que, ya que parece que no es fácil valorar lo que tenemos y que podemos perder... no te compliques tanto.

Ponte tu música de toda la vida, disfruta y valora todo lo que ya no eres y ha sido un placer perder. Eso te hará valorarte mejor a día de hoy.

Porque es curioso, parece que sólo valoramos la parte negativa de nuestra vida. Es como cuando tienes una herida en la boca o un resfriado que no te deja respirar: mientras lo sufres, no puedes pensar en otra cosa y en ese momento valoras muchísimo el momento en el que se te cure, pero cuando lo hace…

Ni siquiera te acuerdas.

Date cuenta, primero lo has sufrido y después nada.

No hay momento de alegría en realidad, sólo sigues con tu vida porque ya se te ha olvidado lo mucho que deseabas no tener que pensar en esa llaga o en poder respirar bien por la noche.

Si no somos conscientes de esos pequeños detalles donde la distancia entre el problema y la cura puede ser cuestión de horas, imagínate todo lo que has pasado por alto de ti, de tu personalidad, cuando la diferencia es de años.

Así que sólo eso: párate a vivir un rato, ponte tu música favorita de siempre y no hagas nada más, escúchalas y céntrate en los recuerdos que te traigan a la mente, recuerda quién eras, qué te preocupaba cuando la escuchabas.

Te aseguro que te sorprenderá todo lo que puedes descubrir.

PD: Para terminar, te dejo una canción de mi carpeta de música de toda la vida, muy acorde con todo lo anterior.

Otros pensamientos que te podrían interesar

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.