Si te digo que el estrés, la presión o no poder dormir dándole vueltas a un asunto son una buena señal…

¿Cómo de loco crees que estoy?

Pues espérate, que hay más.

Te explico a qué me refiero con un ejemplo real: el del cangrejo ermitaño.

A diferencia de otros animales, este cangrejo no crea su propia concha. Simplemente busca una vacía, la más adecuada para su tamaño, y la usa como casa.

La concha que elija, no importa lo buena que sea y lo a gusto que esté, con el tiempo empieza a quedársele pequeña.

Poco a poco empieza a sentirse más incómodo en esa concha que le había protegido hasta ahora.

Según pasa el tiempo, siente más presión y estrés ante esa situación.

Al principio es soportable y lo acepta a cambio de poder refugiarse en esa concha, pero llega un momento en el que es demasiado y no puede seguir viviendo así.

En ese momento busca otra concha abandonada en el fondo del mar que le parezca adecuada para su nuevo tamaño y se cambia de casa.

Este proceso lo repite muchas veces durante su vida.

Cada concha en la que se refugia, al principio le parece perfecta y cómoda, pero con el tiempo se le queda pequeña y no se ajusta a su nueva realidad.

Y te estarás preguntando…

¿Qué tiene que ver todo esto con mi estrés?

Pues más de lo que crees, porque todos nos acostumbramos a una “concha” que al principio nos parecía la mejor decisión que podíamos tomar, pero con el tiempo deja de serlo y no nos damos cuenta.

Esa incomodidad que sientes es una señal, un aviso: ha llegado el momento de cambiar.

De salir de tu concha.

Esas sensaciones tan indeseables te indican que algo ha cambiado en ti, que estás creciendo y lo que quizás antes era aceptable o suficiente, ahora ya no lo es.

Ahora tienes dos opciones: salir de tu concha en busca de otra mejor o vivir una y otra vez lo mismo, pero cada vez con más intensidad.

Pero te contaré un secreto: el ermitaño que no cambia su concha, no lo hace porque no quiera.

Se queda ahí porque no sabe qué puede cambiar o no sabe cómo hacerlo.

Y sí, con el ermitaño ahora me refiero a ti.

Escúchate

Porque si estás en esta situación y quieres un consejo rápido, este es el mejor que te podemos dar sin conocerte.

Escúchate, entiende qué señal te está mandando la presión que sientes cada día y qué cambio quieres.

Y todo eso pasa por conocerte, por prestarte atención y valorar qué quieres tú.

Esos momentos de tu vida en la que parece que sólo hay problemas, son también los momentos de cambio que te permiten seguir creciendo como persona.

Y te diré algo más: la mayoría de las veces, lo que te bloquea en esa vieja concha es una baja autoestima.

Creer que vas a decepcionar a las personas que más quieres si te atreves a hacer ese cambio que tanto deseas.

O, peor aún, quedarte donde estás. No vaya a ser que te salga mal y se rían de ti.

Guiarte por las opiniones de los demás puede hacer que te bloquees por completo.

Y la presión aumenta en esa pequeña concha.

Por eso, quizás sería mejor que no prestaras tanta atención a lo que dicen los demás y escucharas lo que tú tienes que decir.

Confía en ti, escúchate y entiende qué te está pasando, qué quieres cambiar.

Si no sabes cómo hacerlo, escríbenos.

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