Había una vez un centauro que, como todos los centauros, era mitad hombre y mitad caballo. 

¿O… era mitad caballo y mitad hombre? Bueno, no importa.

Una tarde, mientras paseaba por el prado, este centauro sintió hambre.

  • ¿Qué comeré? - pensó - ¿Una hamburguesa o un fardo de alfalfa?
    ¿Un fardo de alfalfa o una hamburguesa?

Como el centauro no pudo decidirse, se quedó sin comer.

Así, llegó la noche, y el centauro quiso dormir. Y pensó:

  • ¿Dónde dormiré? ¿En el establo o en un hotel?
    ¿En un hotel o en el establo?

Y, como el centauro no pudo decidirse de ninguna manera, se quedó sin dormir.

Sin comer y sin dormir, el centauro enfermó. Entonces tuvo que decidir a quién llamar:

  • ¿A quién llamaré? ¿A un médico o a un veterinario?
    ¿A un veterinario o a un médico?

Y de esta manera el centauro estuvo dándole vueltas y vueltas. Así, enfermo y sin poder decidir a quién llamar, el centauro acabó muriendo.

La gente del pueblo se acercó al cadáver y sintió pena.

  • Hay que enterrarlo. - dijeron - Pero, ¿dónde? ¿En el cementerio del pueblo o en el campo? ¿En el campo o en el cementerio?

Como no había manera y no pudieron decidirse llamaron a la autora del cuento y esta que, como no podía decidir por ellos, resucitó al centauro.

Y, colorín, colorado, este cuento nunca se ha sabido que haya terminado.

Esta es la historia de la eterna indecisión y sé de lo que hablo porque yo fui ese centauro durante mucho tiempo.

A veces incluso las decisiones más sencillas hacían que el corazón se me disparase y el cuerpo me temblase.

¡Imagina cuando era algo más importante que desayunar tostadas o cereales!

Esta indecisión nos lleva a paralizarnos porque empezamos a darle vueltas en la cabeza una y otra vez pero no llegamos a decantarnos por una opción.

De esta manera, analizamos y reanalizamos una y otra vez y acabamos abrumados con tanta información.

¿Y qué hacemos? Procrastinar, dejarlo para otro momento.

Muchas veces también nos cuesta decidir por miedo, miedo al fracaso, a tomar una decisión y que no salga bien.

Pero realmente ¿qué es el fracaso?

Si te decides por una opción y resulta que no sale como esperabas, eso no es un fracaso, porque aprenderás algo muy valioso que te servirá para seguir tomando decisiones más acertadas.

El fracaso sería quedarte inmóvil, sin moverte del sitio y dudando por todo, a medio camino de cualquier decisión mientras el tiempo pasa.

Porque al final, por un motivo o por otro, esta indecisión acaba por robarnos oportunidades.

No nos atrevemos a dar el paso y ¿sabes qué? por mucho que no tomemos una decisión, la vida sigue adelante y tomará esa decisión por ti.

Entonces, culparás al destino por no llevarte hacia donde querías estar cuando en realidad tenías la libertad de hacer algo.

¡Olvida esa presión!

En realidad las decisiones no son tan importantes como creemos, podemos seguir cambiando.

¿Que te decides por escoger un trabajo y resulta que no es como esperabas?
Ahora ya lo sabes, busca otro. Todo lo que decidas acabará dándote más información para tomar mejores decisiones.

No seas como el centauro, decide aunque no tengas toda la confianza del mundo en que es la mejor opción.

Siempre será mejor que no hacer nada y quedarte con la duda.

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