Cuando un amigo viene a ti llorando, piensas en abrazarlo para que se sienta mejor. 

Cuando una amiga está enfadada, hablas con ella para que suelte toda esa rabia y se calme. 

Y así, con cada emoción. 

Parece más o menos sencillo cuando la emoción es de otra persona pero...

¿Qué pasa cuando es tuya?

Aquí la historia cambia porque no nos han enseñado a gestionar de forma sana nuestras propias emociones.

Por eso, no sabemos qué hacer con ellas. Sobre todo con aquellas que nos dejan una sensación poco agradable, como la ira o la tristeza.

Y precisamente, como no son agradables, las invalidamos y esto nos hace sentir mal.

Empezamos a pensar que “deberíamos sentirnos así y no deberíamos sentirnos asá” o cuestionamos lo que sentimos y acabamos preguntando a otra persona si es normal sentirse así.

Así, aprendes que no está bien sentir lo que sientes, que tus emociones no son válidas ni importantes y que hay emociones que hay que tapar, ocultar y son malas o negativas.

Sin embargo, las emociones (todas ellas) son importantes y valiosas, ya que nos transmiten un mensaje para que reaccionemos a lo que está ocurriendo.

Es fundamental aceptarlas, escucharlas y dejarte sentirlas.

Ahora bien…

¿Cómo reaccionas cuando sientes una emoción?

Imagina por un momento que tus emociones son agua.

Teniendo esto en mente, piensa si has sentido una de estas tres sensaciones en algún momento de tu vida:

Tsunami

Te dejas llevar por tus emociones.

Sientes en tu interior una ola arrolladora que no puedes controlar y arrasa con todo lo que encuentra a su paso.

Tus emociones te desbordan y toman el control de tus acciones sin que puedas siquiera pensar en lo que estás haciendo.

Cuando te sientes así, es posible que saques tu peor parte o que te hundas completamente en una emoción sin saber cómo parar.

En este punto tú no tienes tus emociones, son ellas las que te tienen a ti, las que te arrastran sin remedio en medio de la marea.

Y ojo, en aquí es importante no confundir esta ola demoledora con la excusa de ser una persona emocional.

Muchas personas se escudan en decir “es que yo soy así” como si no pudieran controlarlo, como si no tuvieran el poder de gestionar esas emociones y expresarlas de otra manera.

Ten en cuenta que, al decir “yo soy así” te estás poniendo una limitación que no es nada fácil de superar.

Recuerda que, si no quieres ser así, no tienes por qué serlo. Tienes el poder de cambiar y ser una mejor versión de ti siempre que quieras.

Estanque

Reprimes tus emociones.

Sientes esa sensación de tener un nudo en el estómago y no quieres compartirlo con nadie, por lo que te lo guardas para ti, haciendo que cada vez se vuelva más insoportable.

Intentas tapar esas emociones para no dejarlas salir y estas se quedan ahí contigo, removiéndose en tu interior.

Al principio parece que todo va bien, lo guardas y ¡crisis evitada! Aquí no ha pasado nada o eso crees. Pero esa agua estancada poco a poco se pudre.

En este punto pueden ocurrir dos cosas:

Puede que, al pudrirse esas emociones dentro de ti, tu propia luz se vaya apagando y te acabes identificando con esa emoción.

Así, cada día te sientes un poco menos tú y te quedas en ese agua estancada, sin posibilidad de avanzar, de crecer o de ver otra cosa que no sea ese estanque.

O puede que, en algún momento, tengas tanta agua acumulada que ya cualquier cosa, por mínima que sea, te saca de quicio o te hace llorar de forma descontrolada o te molesta.

Después de tanto tiempo tratando de evitar esas emociones, intentando esconderlas y no escucharlas, al final acabas por explotar y tu estanque se convierte en un tsunami aún más destructivo.

Río

Escuchas tus emociones sin dejarte llevar por ellas.

Esos momentos maravillosos cuando sientes que todo fluye, te sientes bien y puedes chapotear alegremente con los pies mientras tomas el sol.

Esto no significa que sólo sientas alegría todo el tiempo ni que todo sea felicidad.

Sino que escuchas el mensaje que todas tus emociones tienen para ti, te permites sentirlas, las aceptas y las gestionas para que, como el agua, sigan su camino en la corriente.

Es decir, no te bloqueas, sigues adelante, avanzando y creciendo.

 


Es probable que hayas sentido estas tres sensaciones pero, si tuvieras que elegir una de las tres...

¿Cuál crees que predomina más en ti?

¿Cuál de ellas sientes con más frecuencia?

Saber esto te dará una información muy valiosa para ti, para conocerte, comprenderte mejor y para empezar a gestionar de una forma más sana lo que sientes.

Dejarte llevar por las emociones sin control o reprimirlas no te ayuda a avanzar, a crecer ni a sentirte mejor. 

En cambio, ir soltando y fluyendo te permite vivir en paz. Esto es lo que se conoce como Inteligencia Emocional, la capacidad de reconocer sentimientos propios y ajenos, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones.

¿Cómo influye todo esto en tu autoestima?

Una sana gestión emocional te da las herramientas necesarias para conocerte, aceptarte y responder a cualquier situación expresando lo que quieres de manera asertiva.

Tomar conciencia de tus emociones y saber comunicarlas te ayuda a desenvolverte mejor, a sentir más confianza y seguridad en ti y a adaptarte mejor a los cambios.


Ilustración hecha por Gladys de AmaComoEstiloDeVida.com

Otros pensamientos que te podrían interesar

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.