Había una vez un hombre que estaba decidido a disfrutar de la vida.
Era un hombre muy trabajador y había aprendido que si quería vivir en paz y disfrutar debía tener dinero suficiente.
Por ello, tomó una decisión: iba a trabajar durante unos años con mucha intensidad hasta que reuniese el dinero que le permitiese vivir tranquilo.
Calculó que esa cantidad sería un millón de euros.
Con ese dinero podría disfrutar de la vida y no tendría que trabajar nunca más. Podría hacer lo que quería cuando quería.
El hombre, decidido, dedicó todo su esfuerzo a producir y acumular riquezas.
Durante años, cada viernes abría su libro de cuentas y sumaba sus bienes.
Pensaba que cuando llegara al millón de euros dejaría de trabajar y disfrutaría de la vida. Entonces pensó que no quería que le pasara lo que a otros que, cuando llegaban a tener un millón, querían 2 y, cuando tenían 2, querían 3…
Entonces decidió hacer un cartel enorme que firmó y colgó en la pared. Este cartel decía:
SOLAMENTE UN MILLÓN
Pasaron los años…
Y el hombre sumaba y sumaba y acumulaba su fortuna. Cada vez estaba más cerca. Se relamía anticipando el placer que le esperaba.
Cuenta esta historia que un viernes mientras sumaba y sumaba se sorprendió de sus propios números:
La suma daba 999.999€
¡Faltaba solamente un euro para el millón! Entonces cumpliría su sueño.
Pero no quería esperar, ya había esperado durante tanto tiempo que, casi con desesperación, empezó a buscar en cada chaqueta, en cada pantalón, en cada cajón, las monedas que faltaban…
Y empezó a encontrar: 10 céntimos aquí, 5 céntimos allá, 20 céntimos por allí… hasta que finalmente reunió su millón de euros.
Se sentó en su escritorio y escribió en números enormes: 1.000.000€
Satisfecho, cerró sus libros, miró el cartel y se dijo: ahora sí, no me voy a dejar engañar, solamente uno. Ahora a disfrutar.
En ese momento sonó la puerta.
El hombre no esperaba a nadie y sorprendido, fue a abrir. Se encontró a una mujer vestida de negro con una hoz en la mano que le dijo:
– Soy la Muerte.
El hombre se quedó atónito, no podía creer lo que le estaba pasando. Casi sin voz le preguntó:
- ¿Qué quieres?
– Es tu hora, vine a por ti.
Él dijo – No, no puede ser… Todavía no... No estoy preparado. Llevo muchos años trabajando para empezar a disfrutar, acabo de reunir mi millón de euros, por favor vete, vuelve más adelante. Tengo tanto para disfrutar, mis amigos para ver, mi familia…
Pero la Muerte le dijo:
- Ha llegado tu hora, lo siento, tienes que venir conmigo.
– No, por favor, mira, te ofrezco un trato: te doy la mitad de todo el dinero que ahorré pero dame un año más. ¿Sí?
Pero la Muerte le dijo:
– No hay trato.
– Mira, llévate 900.000€ y dame un mes, por favor, sólo un mes, tengo tantas cosas por hacer, por favor, sólo un mes
La Muerte le dijo:
– No hay trato.
El hombre, desesperado, empezó a llorar y dijo:
- Por favor. Llévatelo todo pero dame aunque sea un día por favor
Pero la Muerte, implacable, le dijo:
– Es tu hora, lo siento, no hay trato.
El hombre bajó la cabeza, resignado.
– ¿Tengo unos minutos más para escribir algunas palabras?- preguntó.
La Muerte miró unos pocos granos de arena en su reloj y dijo:
– Sí.
Entonces el hombre se sentó en su escritorio, abrió su libreta y escribió:
A quien encuentre esta nota, quienquiera que sea:
Cuidado con lo que haces con tu tiempo porque yo no pude comprar ni siquiera un día más de vida con toda mi fortuna.
Esta es la historia de la Muerte y su mensaje…
Es muy curioso porque solemos pensar que lo contrario de la muerte es la vida.
Pero ¿y si cambiamos de perspectiva?
El nacimiento es lo contrario de la muerte. Porque, si te paras a pensar, vida y muerte son dos caras de una misma moneda, no hay vida sin muerte.
El mensaje de la muerte es simple: sé consciente de que el tiempo no es eterno, vive tu vida hoy (y yo añadiría) sin olvidarte de tu futuro.
Según como yo lo veo, no se trata de un "carpe diem", vivir el momento sin que te importe nada más.
Porque es cierto que no sabemos cuándo vamos a morir, pero olvidarnos del futuro tampoco parece la mejor opción.
Imagina contentar sólo a tu "yo" del presente: te lo pasarás bien pero después te sentirás mal, porque no habrás hecho nada por ti el día de mañana.
Te pongo un ejemplo.
Pides un préstamo y te dedicas a vivir la vida loca durante x meses, te lo gastas todo sin importar nada, total, estás disfrutando el momento…
Pero por otro lado, imagina contentar sólo a tu "yo" futuro: sí, sentirás que estás haciendo algo por ti para el día de mañana pero sufrirás mientras lo haces porque te habrás olvidado de disfrutar el día presente.
Te pongo otro ejemplo.
Vives una vida que odias en un trabajo que no soportas y trabajas mil horas cada día, sin disfrutar de nada porque, total, ya cuando llegue la jubilación tendrás tiempo de hacer todo lo que no estás haciendo ahora.
Como ves, son dos extremos muy opuestos a los que no hace falta llegar.
La conclusión que sacaría de todo esto es que seas consciente de la importancia de pensar en el futuro pero sin olvidarte de vivir en el presente.
Disfruta del camino, no te tomes las cosas tan en serio, busca el punto medio entre los extremos, la escala de grises que te permita vivir el presente sin arrepentirte en el futuro.
Crea la vida que quieres y disfrútala hoy y mañana.
Y te dejo otra reflexión…
¿Por qué no somos conscientes de la muerte hasta que la tenemos cerca?
He escuchado y leído miles de historias que cuentan que, cuando han tenido alguna experiencia con la muerte (un accidente, una enfermedad, un susto…), no sólo suyos, también con alguien cercano…
Entonces y sólo entonces han cambiado de vida. Dejan atrás lo que no les hace felices y se vuelcan en otras cosas.
O quizá no cambian de vida drásticamente, pero sí su perspectiva de ella…
Entonces empiezan a valorar otras cosas, se dan cuenta de lo importante, abandonan las preocupaciones y se centran en disfrutar y ser felices con lo que tienen alrededor, a valorar las cosas que parecen más simples pero que nos aportan felicidad.
Entonces me pregunto...
¿De verdad es necesario esperar a tener esta experiencia para priorizar las cosas importantes en nuestra vida?
¿Es necesario que la muerte nos dé un susto para vivir?
Como te decía al principio, muerte y vida son caras de una misma moneda, no hay una sin la otra.
Sé consciente de ello, el tiempo no es eterno. Vive tu vida hoy, disfrútala y no esperes que la muerte llame a tu puerta para darte ese mensaje.
Párate a Vivir hoy.